lunes, 6 de diciembre de 2010

LIBRE ALBEDRIO A LOS 60

12 de noviembre del 2009
He vuelto Londres!
Nuevamente a cantar. Esta vez el Mesías de Haendel en el Albert Hall.
Dicho así parece algo importante, pero en realidad es un encuentro de corales que en vez de ser pequeño como en Palma, es acorde al tamaño de la ciudad y necesitan un recinto que de cabida a tanta gente. Puede participar cualquier persona , sea o no corista, conocer la obra es el único requisito y el evento se celebra cada noviembre desde hace 30 años.
La iniciativa parte de Irina , nuestra directora del Mesías en Palma.
Hemos decidido venir de jueves a lunes para aprovechar el vuelo y la ocasión. Digo hemos, Concha y yo, que compartimos habitación.
Nos encontramos con otras chicas que también vinieron en el mismo vuelo, pero aunque intentamos ser amigables fueron bastante frías y a pesar de que nos hospedamos en el mismo hotel nos separamos en el aeropuerto.
Ahí comenzó nuestra pequeña excursión hacia el hotel!
Tanto Concha como yo somos un poco intuitivas pero nada organizadas, todo lo decidimos según se nos van presentando las cuestiones. Es como si fuéramos resolviendo un quiz,  damos respuesta a los interrogantes a medida que surgen, pero riendo ante la incertidumbre de si estaremos acertando o no.
Las decisiones las tomamos un poco aceleradas y no sin cierta zozobra. Acostumbradas a que otros piensen por nosotros ( en los viajes grupales!), es como si el oxidado cerebro nos funcionase a impulsos, como máquina falta de lubricación.
El primer lapsus fue desoír la recomendación del azafato de comprar en el avión el ticket para el London Express. Todavía no sé cómo puede un ticket de tren ser mas barato en el avión que en la ventanilla de la estación. Uno se pregunta dónde está la trampa o bien dónde está el beneficio. En fin, como nos costaba 28 libras decidimos tomar el tren regular que costaba 10.
Una vez con el ticket en nuestro poder, corrimos hacia el ascensor que lleva al andén, andén en el cual ya habíamos estado.
Como traíamos cierta velocidad por el ímpetu de llegar, nos frenamos sobre la punta de nuestros pies, de bruces contra el revisor que nos cortaba el paso, quería ver nuestro ticket antes de subir, ya que debe ser error común subirse al London Express con el ticket del Souther Train.
Así que engrosando las estadísticas de error, reculamos y nos sentamos a esperar. Mientras esperaba pude comprobar que el mundo esta lleno de atropelladas como yo, pues estando a punto de cerrarse las puertas del London Express y sonando el timbre, una Sra.,deshorientada, dudaba si subir o no a pesar de los gritos de sus amigas y la revisora que le decían "Hurry up, hurry up!. Seguro le iba la cabeza mas lento que a mi. No procesaba que debía seguir a sus amigas y se miraba las manos, las bolsas, el abrigo comprobando que no se olvidaba de nada, era como el ordenador cuando se queda suspendido en una acción y nos deja ver el relojito de arena y aunque aporremos el ratón y el teclado no hay reacción alguna.
Finalmente en el tren, nos sentimos nuevamente seguras y con la sensación de haber tomado la decisión correcta.
Por momentos intentaba no perder la concentración de las paradas que se iban sucediendo una tras otra. No había riesgo de pérdida pues el tren acababa su trayecto en Victoria Station, pero siempre se ve todo como en una nebulosa cuando no se conoce el sitio. En casa parece que funcionamos bien por que todo, aunque parezca que no, es rutinario.

El hotel era el mismo del mes de Julio y era relativamente fácil tomar el metro hasta Hammersmith y luego salir a la calle y a mano derecha está el enorme edificio. No contábamos primero, con la obscuridad al llegar y la tupida lluvia que no te dejaba ver nada con claridad, además de tener que arrastrar maleta, bolso y algo más . Lo que sucedió es que al salir al andén,  estas estaciones tienen incorporado un centro comercial por lo cual hay muchas salidas. Según caminábamos ya no me era familiar el sitio, por lo que, cuando salimos, estaba obscurisimo y había como un cruce de avenidas nada amigable.
Cruzamos de un lado a otro usando los túneles subterráneos que no eran nada tranquilizadores por lo desagradables y además que uno no sale siempre donde piensa, la verdad hay que tener mucho sentido de la orientación.
Algo que sucede en Londres es que nadie es de allí y de nada sirve preguntar pues nunca tienen ni idea. Luego de varios intentos y  paradas, chorreando en una obscura esquina, cansadas, mojadas y sin esperanzas decidimos preguntar a una joven que venía hacia mi, a lo que me contestó mirando al suelo... "saque Ud. los pies del charco que se va a empapar...." bajé la mirada y la verdad, no se como diablos en aquella obscuridad podía verme los pies, que sí estaban en un charco!!
Finalmente no estábamos tan lejos y caminamos unos 200 metros por la obscuridad que nos pareció una eternidad y recalamos en la parte trasera del hotel, que tenía como un bosquecillo y finalmente pudimos llegar, pero eso sí, entre carcajadas, riéndonos de nuestra desastrosa orientación y vamos!! que eramos carne de cañón para que cualquiera se aprovechase de nosotras, dí que cómo ya hemos pasado a la categoría de invisibles, no surgen mayores peligros para dos senior como nosotras.

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