domingo, 27 de junio de 2010

MAX SCHELER "EL PUESTO DEL HOMBRE EN EL COSMOS" EL PROBLEMA EN LA IDEA DEL HOMBRE

INTRODUCCIÓN
EL PROBLEMA EN LA IDEA DEL HOMBRE

Si se pregunta a un europeo culto lo que piensa al oír la palabra hombre, casi siempre empezarán a rivalizar en su cabeza tres círculos de ideas totalmente inconciliables entre si.
Primero, el círculo de ideas de la tradición judeo-cristiana: Adán y Eva, la creación del Paraíso, la caída.
Segundo, el círculo de ideas de la antigüedad clásica; aquí, la conciencia que el hombre tiene de sí mismo, se elevó por primera vez en el mundo, a un concepto de su posición singular mediante la tesis de que el hombre, es hombre porque posee "razón" logos, fronesis, ratio etc, donde significa tanto la palabra como la facultad de apresar el "qué" de todas las cosas. Con esta concepción se enlaza estrechamente la doctrina de que el universo entero tiene por fondo una "razón" sobre-humana, de la cual el hombre y solo el hombre entre todos los seres, participa.
El tercer círculo de ideas es el círculo de las ideas forjadas por la ciencia moderna de la naturaleza y por la psicología genética y que se han hecho tradicionales también hace mucho tiempo.
Según estas ideas, el hombre sería un producto final y muy tardío de la evolución del planeta Tierra, un ser que sólo se distinguiría de sus precursores en el reino animal, por el grado de aplicación con que se combinarían en él energía y facultades que en sí ya existen en la naturaleza .
Esos tres círculos de ideas carecen entre sí de toda unidad. Poseemos, pues, una antropología científica, otra filosófica y otra teológica que no se preocupan una de otra. Pero no poseemos una idea unitaria del hombre.
Por otra parte, , por valiosas que sean, la multitud siempre creciente de ciencias especiales que se ocupan del hombre, ocultan la esencia de éste mucho mas de lo que la iluminan. Si se considera, además, que los tres citados círculos de ideas tradicionales están hoy fuertemente quebrantados y de un modo muy especial, la solución darwinista al problema del origen del hombre, cabe decir que, en ninguna época de la historia ha resultado el hombre tan problemático para sí mismo, como en la actualidad. Por eso me he propuesto el ensayo de una nueva antropología filosófica sobre la más amplia base.
En lo que sigue quisiera dilucidar tan sólo algunos puntos concernientes a la esencia del hombre, en su relación con el animal y con la planta, y al singular puesto metafísico del hombre, apuntando una pequeña parte de los resultados a que he llegado.
Ya el término y el concepto de hombre encierran una pérfida anfibología sin aclarar la cual ni siquiera se puede acomete la cuestión del singular puesto del hombre.
La palabra hombre indica en primer lugar los caracteres morfológicos distintivos que posee el hombre como subgrupo de los vertebrados y de los mamíferos.
Es claro que cualquiera que sea el resultado que ofrezca este modo de formar el concepto de hombre, el ser vivo llamado hombre, no sólo está subordinado al concepto de animal, sino que constituye también una provincia relativamente muy pequeña del reino animal.
Así, continúa siendo el caso, aún cuando, con Lineo, llamemos al hombre el "ápice de la serie de los vertebrados mamíferos", lo que, por lo demás, es muy discutible, objetiva y conceptualmente, pues también este ápice, como todo ápice de una cosa, sigue perteneciendo a la cosa de que es ápice.
Mas prescindiendo por completo de semejante concepto, que junta en la unidad del hombre, la marcha erecta, la transformación de la columna vertebral, el equilibrio del cráneo, el potente desarrollo cerebral del hombre y las transformaciones orgánicas que la marcha erecta tuvo por consecuencia (como la mano de pulgar oponible, el retroceso de la mandíbula y de los dientes, etc ), la misma palabra "hombre" designa en el lenguaje corriente y en todos los pueblos cultos, algo tan totalmente distinto que apenas se encontrará otra voz del lenguaje en que se de análoga anfibología.
La palabra, hombre, designa, en efecto, asimismo un conjunto de cosas que se oponen del modo más riguroso al concepto de "animal en general" y, por lo tanto, también a todos los mamíferos y vertebrados y a éstos, en el mismo sentido que, por ejemplo, el infusorio Stentor, aunque no es discutible que el ser vivo llamado hombre es, desde el punto de vista morfológico, fisiológico y psicológico, incomparablemente más parecido a un chimpancé, que el hombre y el chimpancé al infusorio.
Es claro que este segundo concepto del hombre ha de tener un sentido y un origen completamente distintos del primero, que designa sólo un rincón muy pequeño de la rama de los vertebrados*.
Llamaré a este segundo concepto, el concepto esencial del hombre, en oposición a aquel primer concepto sistemático natural.
El tema de nuestra conferencia es, si este segundo concepto, que concede al hombre como tal un puesto singular, incomparable con el puesto que ocupan las demás especies vivas, tiene alguna base legítima.

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* acerca de esto mi ensayo "Sobre la idea del hombre" en el libro " El derrocamiento de los valores", tomo II. En él demuestro que el concepto tradicional de hombre está constituido a imagen y semejanza de Dios, o sea, que supone ya idea de Dios como centro de referencia.

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