La segunda forma psíquica esencial, que sigue al impulso afectivo estático en el orden gradual y objetivo de la vida, es el instinto, palabra de sentido e interpretación muy oscuros y discutidos.
Evitaremos esta oscuridad, absteniéndose en un principio de toda definición por conceptos psicológicos y definiendo el instinto exclusivamente por la llamada "conducta" de los seres vivos. La de una observación externa y posible descripción.
Pero esta conducta, en circunstancias cambiantes del medio, puede determinarse independientemente de las unidades fisiológicas de movimientos que la sustentan y puede determinase también sin introducir en su característica conceptos de estímulos físicos o químicos.
Podemos determinar unidades y variaciones de la conducta, en circunstancias variables, independientes y antes de toda explicación causal y obtenemos así relaciones fijas, que tendrán sentido, puesto que representan un carácter integral y teleoklino.
Es un error de los "behavioristas" el admitir ya en el concepto de la conducta la génesis fisiológica de su producción. Lo más valioso en el concepto de la conducta es justamente el ser un concepto psicofísicamente indiferente. Es decir: que toda conducta es siempre también expresión de estados internos. Puedo y debe, por tanto ser explicada siempre de dos modos, fisiológica y psicológicamente a la vez. Tan erróneo es preferir la explicación psicológica a la fisiológica como ésta a aquella.
En este sentido llamamos instintiva, una conducta que posee las siguientes notas: ha de tener en primer lugar, relación de sentido, ya por que posea positivamente sentido, ya por que sea errada o estúpida, es decir, que ha de ser tal que resulte teleoklina para el todo del viviente o el todo de otros vivientes (o en servicio propio o en servicio ajeno); ha de transcurrir, en segundo lugar, con cierto ritmo.
Los movimientos adquiridos por asociación, ejercicio, hábito, con arreglo al principio de Yennings ha llamado principio de "la prueba y el error", aunque están dotados asimismo de sentido, no poseen ese ritmo, esa forma temporal, cuyas partes se exigen mutuamente.
La reducción de las formas de conducta instintiva a combinaciones de reflejos particulares y encadenados y a tropismos, ha resultado imposible (Yennings, Alverdes, etc).
La relación de sentido no necesita referirse a las situaciones presentes, puede enderezarse también a situaciones muy lejanas en el tiempo y en el espacio.
Un animal prepara algo con sentido para el invierno o para la puesta de los huevos, por ejemplo, aunque se puede probar que no ha vivido todavía como individuo situaciones análogas y que están descartadas también la comunicación, la tradición, la imitación y la copia de otros compañeros de su misma especie. El animal se conduce como se conducen los electrones según la teoría de los cuantos: "como si" previese un estado futuro.
Un tercer carácter de la conducta instintiva es que sólo responde a aquellas situaciones que vuelven de un modo típico y son importantes para la vida de la especie, mas no para la experiencia particular del individuo. El instinto está siempre al servicio de la especie, ya sea la propia, ya una especie extraña u otra con la cual la especie própia se encuentra en importante relación vital (como las hormigas y sus huéspedes, las agallas de los vegetales, los insectos y las aves que fecundan las plantas, etc).
Este carácter distingue netamente la conducta instintiva: primero, del "autoadiestramiento" por la prueba y el error, así como de todo "aprendizaje", y segundo, del uso del intelecto, que están ambos primordialmente al servicio del individuo y no a de la especie.
La conducta instintiva no es nunca por tanto, una reacción a los contenidos especiales del medio, contenidos que cambian de individuo en individuo, sino a una estructura totalmente singular, a una disposición típica y específica de las partes posibles del mundo ambiente. Mientras los contenidos especiales pueden cambiar ampliamente, sin que el instinto se extravíe y conduzca a acciones fallidas, la menor alteración de la estructura tendrá extravíos por consecuencia.
En su grandiosa obra "Souvenirs entomologiques" ha descrito Fabre con gran precisión un ingente repertorio de estos modos de conducirse.
A esta utilidad para la especie responde también, en cuarto lugar, el hecho de que el instinto sea en sus rasgos fundamentales innato y hereditario y lo sea en cuanto facultad específica de conducirse y no sólo en cuanto facultad general de adquirir determinados modos de conducta, como naturalmente son la facultad de habituarse, adiestrarse, comportarse con inteligencia.
El innatismo no quiere decir que la conducta digna del nombre de instintiva haya de entrar en juego inmediatamente después de nacer, significa tan sólo que es correlativa a determinados períodos de desarrollo y madurez y eventualmente incluso a diferentes formas de los animales (en el polimorfismo).
Un carácter muy importante del instinto es, por último, que representa una conducta independiente del número de los ensayos que hace un animal para afrontar una situación, en este sentido puede decirse que el instinto está "listo" de antemano.
Así como la organización propia de los animales no puede considerarse originada por pequeñas variaciones diferenciales, tampoco puede considerarse el "instinto" como una suma de movimientos parciales triunfantes. El instinto puede, sin duda, especializarse por obra de la experiencia y del aprendizaje, como se ve, por ejemplo, en los instintos de los animales cazadores, en quienes es innato perfectamente, el instinto de perseguir una pieza determinada, mas no el arte de practicar esta caza con éxito.
Pero lo que el ejercicio y la experiencia consiguen en ésto es comparable exclusivamente a las variaciones de una melodía, no a la obtención de una melodías nueva. Lo que un animal puede representar y sentir viene en general determinado y conminado a priori por la relación de sus instintos con la estructura del mundo circundante.
Lo mismo pasa con las reproducciones predominantes, la frecuencia de los enlaces asociativos de los reflejos condicinados y de la práctica, tiene sólo una importancia secundaria. Todas las vías nerviosas aferentes se han formado en la historia de la evolución, después de la disposición de las vía nerviosas eferentes y de los órganos del éxito.
El instinto es, sin duda alguna, una forma del ser y del acontecer psíquicos más primitiva que los complejos anímicos determinados por asociaciones. Por eso el instinto no puede reducirse, como creía Spencer, a una herencia de formas de conducta fundadas en el hábito y el autoadiestramiento.
Podemos demostrar que los procesos psíquicos que siguen la ley asociativa están localizados en el sistema nervioso mucho más arriba que las formas instintivas de conducta. La corteza cerebral parece ser esencialmente un órgano de disociación frente a las formas de conducta biológicamente más unitarias y localizadas más profundamente, no es, pues, un órgano de asociación.
Pero tampoco puede reducirse la conducta instintiva a una automatización de la conducta inteligente. Antes bien, podemos decir que si ciertas sensaciones y representaciones relativamente aisladas se destacan de complejos difusos (y se enlazan con enlace asociativo) y si asimismo un impulso determinado, que demanda satisfacción, se destaca de un nexo de conducta instintivo lleno de sentido, estas formaciones, como por otra parte los comienzos de la inteligencia, que intenta, devolver "artificialmente" su sentido del automatismo despojado ya de sentido, genéticamente vistas, son productos evolutivos, igualmente primarios, de la conducta instintiva. En general caminan rigurosamente al mismo paso, en tanto unos con otros, con la individualización del ser vivo y la emancipación del individuo respecto de los lazos de la especie y marchan también al mismo paso que la diversidad de las situaciones individuales particulares a que pude llegar el ser vivo.
El proceso básico de la evolución vital es disolución creadora, no asociación o síntesis de trozos sueltos. Y lo mismo acontece fisiológicamente. También fisiológicamente el organismo se parece a un mecanismo tanto menos, cuanto más simplemente organizado está, pero produce una estructura cada vez más semejante a un mecanismos, fenomenalmente, hasta que sobreviene la muerte y la citomórfosis de los órganos.
Así mismo, cabria demostrar que la inteligencia no se agrega a la vida psíquica asociativa, en un estadio superior de la vida, como cree por ejemplo , Carlos Bühler. La inteligencia se producen, por el contrario de un modo rigurosamente uniforme y paralelo a la vida anímica asociativa y no existe sólo en los mamíferos superiores, sino en los infusorios, como han mostrado recientemente Alverdes y Buytendÿk.
Dijérase, pues, que lo que en el instinto es rígido y ligado a la especie, se hace móvil e individualizado en la inteligencia, pero lo que en el instinto es automático se torna en la asociación y en el reflejo condicionado mecánico, esto es, relativamente sin sentido, pero a la vez susceptible de combinaciones mucho más variadas. Esto permite comprender por qué los articulados, que poseen morfológicamente una organización de base muy especial y mucho mas rígida, tienen los instintos más perfectos y en cambio apenas dan muestras de una conducta inteligente por ello contrario el hombre, tipo de mamífero plástico, en el cual la inteligencia y no menos la memoria asociativa alcanzan su máximo desarrollo tienen instintos sumamente retrasados.
Intentando interpretar psíquicamente la conducta instintiva diremos que representa una separable unidad de presencia y acción, de tal suerte que nunca se da más saber del que entra simultáneamente en el momento subsiguiente de la acción,
El saber que reside en el instinto, parece ser, además, no un saber por representaciones e imágenes, ni menos pensamientos, sino sólo un sentir resistencias con matices de valor, diferenciadas según impresiones de valor, resistencias que serían atrayentes y repelentes. en relación al impulso afectivo, el instinto se dirige ya a componentes del mundo circundante que retornan con frecuencia pero son específicos. Representan una especialización creciente del impulso afectivo y sus cualidades. No tienen pues, sentido hablar de "representaciones innatas" en los instintos, como ha hecho Reimarus.
No hay comentarios:
Publicar un comentario