sábado, 31 de agosto de 2019

Un día gris

He entrado en una nueva etapa de mi vida, recién cumplidos los 70, y se espera de mi que sea invisible.
Mis hijos ahora pasada la treintena esperan que esté  discreta y sin opinión. No me puedo creer que después de una vida vivida tenga que guardar para este blog mi experiencia , pero así es....ni tan siquiera puedo quejarme de mis huesos o mi espalda. Siempre hay una solución para lo que no la tiene. Me consuela pensar que si a mí se me quita la voz,  a ellos que ahora se creen dueños de la verdad, les sucederá lo mismo incluso antes que a mí. 
Nos quedan unos pocos amigos, pero según a que edades no se soporta gente tonta, el hecho de ser viejo no nos da ningún salvoconducto a nada. Así que nos damos el autobombo en facebook,  que es un punto de encuentro para viejos. 
Como ya sé cuál  es el camino que tengo que recorrer hasta desaparecer, no encuentro muchos alicientes,  ya que el físico me abandona, la voz con el maldito asma  también me abandona y la calidad de vida empeora. 
Lo que podría ser un bálsamo, que es el cariño, lo siento a faltar, siento a faltar los besos, los abrazos, el afecto y el amor también. El que había de ser mi proyecto de compañero ha mostrado su peor lado, su ignorancia y falta de calidad humana, así que me toca recorrer este camino sola. A mi edad ya no se encuentran compañeros de viaje y menos mujeres como yo que no saben ni quieren cumplir un papel prefijado. 
Por otro lado uno empieza a darse cuenta que lo que una vez hizo,o construyó, esta hoy en día depauperado y las espectativas de los que te rodean no tienen en cuenta tu cansancio y te infravaloran como persona. 
Luego esta el cambio generacional y el cambio del la escala de valores. Pues bien ahora vuelvo a mis origenes cuando me refugiaba en mi interior y me alimentaba de música  y libros, pero esto también se va desvaneciendo. Vuelvo a mi soledad adolescente en estas 70 décadas vividas.... papá  me dejó libros por leer así que buscaré  un camino,  aunque al levantarme del sofá no me pueda enderezar por mi artrosis.
 Si bien me debería contentar que vivo en el primer mundo y en el tercero la gente sufre y muere cada día injustamente, no puedo dejar de sentirme triste....

La familia Iglesias, Bilbao y las bibliotecas

Me he hecho el firme propósito de leer la modesta biblioteca que me dejó mi padre. Pero no por modesta es menos rica.....el tema biblioteca en mi familia tiene una historia larga que abarca el período de la guerra civil  hasta nuestros días. 
Mi tio Iñaki, era el hermano mayor de mi padre, según papá todo lo que tenía de pequeño lo tenía también bajo tierra. 
Llegué a conocerle a través de las fotos que intercambiaba la familia tras años de separación, yo solía escribir, según los designios de mi padre que me encomendó la correspondencia familiar a los doce años, a mi tía Isabel, la única hermana, autoritaria como la que más,  para bregar en una casa de tres hermanos varones y los padres, pero también escribía a la casa de mi tío Ignacio. 
La tía Isabel se casó con el tío Andres y tuvieron un único hijo. Jesus al que llamaban, habitualmente,  los apodos en España son comunes, le apodaban Jesusin. Jesusín era un chico guapo, tenía una cara redonda de piel blanca donde lucían unos ojos grandes de color castaño, tenia unas pobladas pestañas y era rechoncho y de mediana estatura como sus padres. No se bien que pasó,  pero dicen que debido a la polio, sobre la veintena, le produjo una minusvalía psíquica de la cual nunca se recuperó. A pesar de todo, era autónomo y sólo  se le notaba en el habla, que era lenta y como que rebuscaba en su cabeza las ideas. Eso si, siendo varón, su minusvalía no le privó de adquirir todos los atributos sociales que corresponden al macho, especialmente los vascos, ese hablar de piernas abiertas, a voces, estableciendo dogmas en cada frase, la voz alta casi a gritos. Cada pueblo tiene sus características y nosotros, viniendo de Uruguay, donde la gente tiende a ser discreta y comedida en el habla y los gestos, optando por la prudencia antes que por el sobresalir, nos sentimos altamente conmocionados al llegar a Bilbao. Un día que tomábamos  café, en un atestado bar dónde  la gente se apiñaba en medio del humo del tabaco a tomar chiquitos a media mañana, nosotros, que solo bebíamos coca cola, estábamos como sapo de otro pozo…. De pronto la gente levantaba las voces y se arremolinaban con ademanes de brazos en alto y yo decía preocupada…” papá, papa, esa gente se pelea! Y mi padre decía…,” que va! Solo hablan! Ja ja ja. Pues todos esos atributos de la “ tribu” tenía mi primo Jesusin….
Luego estaba mi tío o Jesus, que vocación de nombres para unos socialistas ateos, El tio Jesus estaba casado con la tía …. Y tuvieron dos hijos, Maria Jesus y su hermano Pedro Mari que fue marino mercante, con ellos no nos escribíamos regularmente aunque como con todos, respondíamos formalmente a sus misivas y fotos. 
Aquellas cartas formales y único medio de comunicación en la época, aún no existía internet y el teléfono era un lujo que disfrutaban muy pocos, iban y venían por avión  y por barco y podían tardar un mes o más. Las cartas se guardaban para tener un hilo conductor y cuando el cartero las traía, a veces venían “duras” con fotos dentro. Pocas veces llegaban  con ribete negro,  cosa que anunciaba alguna muerte, éstas también eran de las “duras” pues traían los recordatorios con una oración y la imagen de algún Cristo o virgen sufriendo, a veces se  adjuntaba una foto de la lápida, como testigo mudo de la muerte.. 
Bueno...aquí el tema es que el hombre de chapela de las fotos, mi tío, le conocí personalmente en mi primer y ya definitiva visita a España en el 75. 
Mi tío tenía una de las habitaciones del piso de Santuchu dedicado exclusivamente a la biblioteca, además  había frente a los acristalados anaqueles,  un sofá con orejeras y una lámpara de lectura. 
El tío Ignacio no dejaba tocar a nadie su tesoro más preciado,  tenía  estrictas normas de manipulación de los libros. Recuerdo que cuando me condujo a la habitación tenía un gesto entre receloso y molesto, me dijo primero que no podía tocar nada, pero, como si dudara,  empezó a mostrarme unos estantes deslizables donde se podían  apoyar los libros cuando se ojeaban, también me dio recomendaciones de cómo se debían coger, para no estropearlos y por supuesto ni hablar de doblar las páginas!….. los libros estaban allí como un mudo testigo de resistencia, ideas encerradas entre dos cubiertas que desafiaban la historia de represión….en el tiempo que estuve en su casa no vi que se enfrascara en la lectura de ninguno, pero los guardaba, como un centinela,  con su paso largo y enérgico pasillo arriba, pasillo abajo. 
Con orgullo me contó que era la tercera biblioteca que montaba, pues las dos anteriores habían sido confiscadas por la guardia civil en “aquellos años”. Había toda suerte de libros, de los encuadernados en piel formando colecciones, de las antiguas enciclopedias que encerraban la historia en sus tomos, también las actualizaciones y para mi sorpresa había una colección de TVEOS, que guardaba con mimo, sus labios se arquearon en un esbozo de sonrisa, casi una mueca, pues él no acostumbraba a sonreír, todo lo contrario, tenia gesto adusto y severo marcado por su recia mandíbula y su hirsuto y rebelde pelo blanco, sus ojos se entornaron ante los comics con un esbozo de ternura y recuerdos.
Fabio, mi padre, tenía fervor y admiración por su hermano mayor y en los cinco años que vivió en Mallorca, en un pequeño piso que compramos, comenzó la colección de la suya....tal como las abejas construyen el panal, lo llevaban en los genes, mi padre y mi tío construían una y otra vez sus bibliotecas, al igual que esas hormigas, que al darle una patada al cónico hormiguero, afanosas, lo vuelven a reconstruir. Pero mi padre la construía por la lógica emulación del pequeño hacia el grande, por que su hermano era como un ejemplo a seguir, su faro de Alejandría!
Contada esta larga y necesaria anécdota decidí comenzar por el tomo uno, ya que no me podía decantar entre tantos títulos......tengo que decir que he perdido vocabulario desde que, paradójicamente, llegué a España , pues encontré en la lectura una palabra que usaba de joven y había olvidado.... FALLEBA.... os dejo a vosotros el buscar su significado pues yo ya he contado bastante....
 si... además si nosotros nos quedamos a caballo de los drásticos cambios que hubo en los 60, es decir un poco somos de los 60 y lo que conlleva,  pero también tenemos sesgos de los 40 y los 50, como podrían habernos enseñado a vivir este mundo nuevo.... ellos, mis padres,  estaban entre desconcertados y asustados....su reacción a los cambios y en un país extranjero fue el autoritarismo.

El “fondo”

A colación de irse a vivir bajo un puente.... Yo también hago cábalas con lo de recalcular, porque con la jubilación no se si podré ir para arriba y para abajo sin tener que ajustar mis gastos....
Pero a mí, mi padre, me dejó otra frase que yo he transmitido a mis hijos, no sin ser motivo de chanzas y es que ellos no vivieron en los años 40 y 50 y según que cosas les parecen cuento de vieja..... sin más dilación la famosa frase era....”que harías si estuvieses en medio de la selva sin mas agua que beber que la que queda en la huella de la pisada de un caballo?. Siempre he emprendido los mas difíciles retos acuclillada en una huella en el barro. 
Mi padre era un hombre muy particular, solo llegué a entenderlo cuando él ya era bastante mayor y yo ya peinaba los 50.....De niña a la sobremesa de la cena, a falta de televisión, si nos habíamos portado bien, nos contaba “historias de la guerra” y yo por aquellos años, si bien tenía un sentimiento contradictorio hacia él…entre miedo, respeto y admiración, me lo imaginaba en  mi mente infantil,  como el Cid campeador, de brillante armadura y espada.... tal era la desbocada imaginación infantil en aquellas épocas. Pues al hilo de “si estuvieras en la selva....” recuerdo que en una de esas matinées de domingo de tres películas y dibujos animados entre medio.... todas en versión original, por eso me leí Tom Sawyer en 4* año de colegio de un tirón y sin dibujitos. 
Bueno.... que una de las películas era TARANTULA! con mala fotografía y en blanco y negro para dar más miedo, yo no tenía criterio aún para reírme del renqueante y artrítico bicho, que se me hacía horrible, especialmente cuando la cámara lo tomaba desde abajo, la tensión en el cine aumentaba, y todo el cine aullaba o pataleaba al unísono según el “muchachito” viniera de redentor o no.... la cosa es que le cogí miedo a la obscuridad. 
Papá sin piedad me mandaba al “fondo” que era lo mismo que el huerto cerca de las gallinas hasta que él decidiera llamarme....a fuerza de resignación, por que la autoridad no se cuestionaba en esos años, apechugando, intentaba acostumbrarme a la obscuridad y agudizar el oído...... así fue como mi padre me “entrenó” a ser fuerte.... me entrenó a se la chica que habría que construirle un “ pitilin” de madera..... por lo marimacho, pero no me enseño todo lo que yo hubiese querido.....

El cosmos familiar

EL COSMOS FAMILIAR
Hoy, oyendo una charla del Sr. Joan Garriga sobre como nuestros comportamientos tienen hondas raíces  en nuestro pequeño cosmos familiar, tengo que reconocer que puede que tenga razón.
En este momento de mi vida auto analizo mi ira, esta rabia que me nace de lo mas hondo, fruto de la desilusión  y el hastío y reconozco en ella esa opresión de aguantar y aguantar, de postergar y postergar,  pero no de hoy sino de muy antiguo.
Mi niñez la recuerdo con carencias pero también llena de alegría por el deseo de vivir . Me recuerdo como una niña fuerte y vital que solo veía nublado su cielo por un padre castrante y violento y una madre sumisa y callada. 
Como en mis épocas de bebé, allá en Decazeville, en un cuarto de un solo ambiente dividido por una cortina…me enviaban a dormir pero, según me contaba mi madre, con las lágrimas brillando aún  en mis mejillas, apartaba la cortina con una risa en los labios, de pie en la cuna.....esa ha sido la historia de mi vida....reír....llorar....reinventarme y volver a reír.
Mi niñez tiene negras etapas de castigos físicos por nada, de la impotencia de mi madre y su infelicidad y otras cosas que no contare aquí.
El único modo de hacer llevadero ese sin vivir era refugiarme en la fantasía y la negación de la realidad, como también la peor característica de mi personalidad, el inmovilismo, la actitud camaleónica para pasar desapercibida, vaciar la mente para ni siquiera en mi cerebro hacer ruido, no fuera a despertarse la bestia.....
Todo empeoró en la adolescencia cuando me hice mujer. Mi padre exacerbó mas aún su paranoia, ahogó mas aún  mis incipientes intentos de madurar.....mi mundo era ir al liceo y luego volver a las cuatro paredes de mi casa. Sin socializar, sin proyectos de futuro, sin guía ni consejo, fui a ciegas, creciendo y dilapidando los años mas fructíferos y creativos de un ser humano. No tuve nadie, ni familia, ni amigos, ni profesores que me ayudasen a encontrar un camino para realizarme.
Mi madre por una vez reivindicó mi derecho a tener algún tipo de formación y hice un curso de secretariado además de estudiar inglés. Pronto comencé a trabajar y seguí dando tumbos sin oficio ni beneficio y sin posibilidades de tener una independencia económica. 
Todo lo que me rodeaba aquellos años era mediocre .... A pesar de todo no supe que hacer con esa pobre libertad que tenia. En esa época estuve  mas de tres años sin cruzar palabra con mi padre y sirviendo de paño de lágrimas de mi madre.
Mi hermano lo recuerdo como desdibujado, sin opinión ni oposición, creo que él se adaptó a todo lo que nos tocaba vivir, aunque el sí tuvo un futuro, nunca lo agradeció, supongo fue su forma de castigar a papá, yo por el contrario, de mayor, adulta ya, guardé en un cajón todo mi resentimiento, resentimiento por mí, por la vida, por el menosprecio a mi madre, por el favoritismo hacia mi hermano, todo lo encerré en un cajón y entonces, viendo a mi padre en su verdadera medida, un hombre acomplejado, inseguro, débil en el fondo, lo acompañe los últimos días de su vida hacia su destino, yo en el fondo encontré lo que busqué siempre desde niña, ser querida.
Cuando tuve 20 años conocí a Jorge, hoy mi marido. Congenié con él, era muy distinto a mi padre, era cariñoso, divertido y parecía tener lo que a mi me faltaba, proyectos, ideas emprendedoras, sueños.....no había conocido a nadie antes y me sentí querida y protegida, no se por que se acercó a mí....no se lo que buscaba en mí......pero iniciamos una relación....para mi, mi primer y único proyecto de vida por lo cual, ilusionada, inicie ese camino.
Pasado un tiempo empecé a sentir que la cosa no se desarrollaba, no avanzaba, empecé a sentir que la relación  no era lo rica que yo esperaba, caímos en una rutina, aburrimiento, falta de proyectos en común  etc. 
En ese parón papá que a la sazón se había marchado a España, me escribió para que lo visitara. Yo en ese momento estaba con esa sensación de estar atrapada y sin salida y los años pasaban....todos los proyectos siempre fracasaban y entramos en una fase de inmovilismo que me recordaba mucho mi infancia y adolescencia. Indudablemente mi pareja había bajado muchos décimos en mi escala de valores. Tenía cierta cobardía, que yo adivinaba, para asumir sus responsabilidades y no quería cambiar su status quo. Entonces tomé una decisión. Viajar a Europa a ver a mi padre y sacar a un tiempo la cabeza de aquel agujero.
Sucedió entonces, que como lanzado por un resorte, Jorge, de repente cambió de idea, planificó la boda y el viaje juntos a Europa. Yo no es que saltara de contenta pues había empezado a sentir cierta liberación  de la opresión que tenía sobre el pecho, pero ahí me traicionó otra vez mi carácter, pues cedí, acepté el proyecto del otro y lo hice mío, dudosa de mí misma y mis sentimientos,  por segunda vez me brindé de lleno al proyecto juntos, crear una nueva vida, hombro con hombro, atrás las renuncias, atrás la cobardía, atrás el aletargamiento. Sin mucho pensarlo inicié ilusionada y confiada ese camino. Él no se por que lo hizo, ¿pensó quizás que no volvería? no lo sé,  pero débil y sin carácter, a voz en cuello en la cubierta del barco y frente a su padre y hermano lloraba y a gritos decía"no me quiero ir". Sentí un gran bochorno pues parecía una ladrona que me llevaba lo que por derecho no era mío. Nuevamente metí en el cajón la humillación y la primera constatación de que no me querían, era yo, solo un pretexto para salir del aburrimiento quizás, pero no lo bastante valiosa como para emprender un camino juntos y cruzar unidos todos los puentes necesarios. También en ese momento bajó otros tantos décimos en mi valoración. Me di cuenta de que no tendría la protección que creía, que por el contrario, debería defenderme sola en la vida. Ya me lo dijo con maliciosa sorna mi cuñada " no sabes el clavo que te llevas" esa es otra parte del cosmos familiar, no lo valoraban con mi mismo baremo y por eso le dejaron ir, supongo a ver si maduraba. A mí me bastaba el compañero cariñoso aunque no brillante, que mas podía aspirar en la vida, alguien que me quisiese y los dos juntos construir nuestra felicidad.