EL COSMOS FAMILIAR
Hoy, oyendo una charla del Sr. Joan Garriga sobre como nuestros comportamientos tienen hondas raíces en nuestro pequeño cosmos familiar, tengo que reconocer que puede que tenga razón.
En este momento de mi vida auto analizo mi ira, esta rabia que me nace de lo mas hondo, fruto de la desilusión y el hastío y reconozco en ella esa opresión de aguantar y aguantar, de postergar y postergar, pero no de hoy sino de muy antiguo.
Mi niñez la recuerdo con carencias pero también llena de alegría por el deseo de vivir . Me recuerdo como una niña fuerte y vital que solo veía nublado su cielo por un padre castrante y violento y una madre sumisa y callada.
Como en mis épocas de bebé, allá en Decazeville, en un cuarto de un solo ambiente dividido por una cortina…me enviaban a dormir pero, según me contaba mi madre, con las lágrimas brillando aún en mis mejillas, apartaba la cortina con una risa en los labios, de pie en la cuna.....esa ha sido la historia de mi vida....reír....llorar....reinventarme y volver a reír.
Mi niñez tiene negras etapas de castigos físicos por nada, de la impotencia de mi madre y su infelicidad y otras cosas que no contare aquí.
El único modo de hacer llevadero ese sin vivir era refugiarme en la fantasía y la negación de la realidad, como también la peor característica de mi personalidad, el inmovilismo, la actitud camaleónica para pasar desapercibida, vaciar la mente para ni siquiera en mi cerebro hacer ruido, no fuera a despertarse la bestia.....
Todo empeoró en la adolescencia cuando me hice mujer. Mi padre exacerbó mas aún su paranoia, ahogó mas aún mis incipientes intentos de madurar.....mi mundo era ir al liceo y luego volver a las cuatro paredes de mi casa. Sin socializar, sin proyectos de futuro, sin guía ni consejo, fui a ciegas, creciendo y dilapidando los años mas fructíferos y creativos de un ser humano. No tuve nadie, ni familia, ni amigos, ni profesores que me ayudasen a encontrar un camino para realizarme.
Mi madre por una vez reivindicó mi derecho a tener algún tipo de formación y hice un curso de secretariado además de estudiar inglés. Pronto comencé a trabajar y seguí dando tumbos sin oficio ni beneficio y sin posibilidades de tener una independencia económica.
Todo lo que me rodeaba aquellos años era mediocre .... A pesar de todo no supe que hacer con esa pobre libertad que tenia. En esa época estuve mas de tres años sin cruzar palabra con mi padre y sirviendo de paño de lágrimas de mi madre.
Mi hermano lo recuerdo como desdibujado, sin opinión ni oposición, creo que él se adaptó a todo lo que nos tocaba vivir, aunque el sí tuvo un futuro, nunca lo agradeció, supongo fue su forma de castigar a papá, yo por el contrario, de mayor, adulta ya, guardé en un cajón todo mi resentimiento, resentimiento por mí, por la vida, por el menosprecio a mi madre, por el favoritismo hacia mi hermano, todo lo encerré en un cajón y entonces, viendo a mi padre en su verdadera medida, un hombre acomplejado, inseguro, débil en el fondo, lo acompañe los últimos días de su vida hacia su destino, yo en el fondo encontré lo que busqué siempre desde niña, ser querida.
Cuando tuve 20 años conocí a Jorge, hoy mi marido. Congenié con él, era muy distinto a mi padre, era cariñoso, divertido y parecía tener lo que a mi me faltaba, proyectos, ideas emprendedoras, sueños.....no había conocido a nadie antes y me sentí querida y protegida, no se por que se acercó a mí....no se lo que buscaba en mí......pero iniciamos una relación....para mi, mi primer y único proyecto de vida por lo cual, ilusionada, inicie ese camino.
Pasado un tiempo empecé a sentir que la cosa no se desarrollaba, no avanzaba, empecé a sentir que la relación no era lo rica que yo esperaba, caímos en una rutina, aburrimiento, falta de proyectos en común etc.
En ese parón papá que a la sazón se había marchado a España, me escribió para que lo visitara. Yo en ese momento estaba con esa sensación de estar atrapada y sin salida y los años pasaban....todos los proyectos siempre fracasaban y entramos en una fase de inmovilismo que me recordaba mucho mi infancia y adolescencia. Indudablemente mi pareja había bajado muchos décimos en mi escala de valores. Tenía cierta cobardía, que yo adivinaba, para asumir sus responsabilidades y no quería cambiar su status quo. Entonces tomé una decisión. Viajar a Europa a ver a mi padre y sacar a un tiempo la cabeza de aquel agujero.
Sucedió entonces, que como lanzado por un resorte, Jorge, de repente cambió de idea, planificó la boda y el viaje juntos a Europa. Yo no es que saltara de contenta pues había empezado a sentir cierta liberación de la opresión que tenía sobre el pecho, pero ahí me traicionó otra vez mi carácter, pues cedí, acepté el proyecto del otro y lo hice mío, dudosa de mí misma y mis sentimientos, por segunda vez me brindé de lleno al proyecto juntos, crear una nueva vida, hombro con hombro, atrás las renuncias, atrás la cobardía, atrás el aletargamiento. Sin mucho pensarlo inicié ilusionada y confiada ese camino. Él no se por que lo hizo, ¿pensó quizás que no volvería? no lo sé, pero débil y sin carácter, a voz en cuello en la cubierta del barco y frente a su padre y hermano lloraba y a gritos decía"no me quiero ir". Sentí un gran bochorno pues parecía una ladrona que me llevaba lo que por derecho no era mío. Nuevamente metí en el cajón la humillación y la primera constatación de que no me querían, era yo, solo un pretexto para salir del aburrimiento quizás, pero no lo bastante valiosa como para emprender un camino juntos y cruzar unidos todos los puentes necesarios. También en ese momento bajó otros tantos décimos en mi valoración. Me di cuenta de que no tendría la protección que creía, que por el contrario, debería defenderme sola en la vida. Ya me lo dijo con maliciosa sorna mi cuñada " no sabes el clavo que te llevas" esa es otra parte del cosmos familiar, no lo valoraban con mi mismo baremo y por eso le dejaron ir, supongo a ver si maduraba. A mí me bastaba el compañero cariñoso aunque no brillante, que mas podía aspirar en la vida, alguien que me quisiese y los dos juntos construir nuestra felicidad.