lunes, 28 de julio de 2014

Esta soledad que me rodea

Ahora estoy sola, sola de solemnidad, sola frente a mi misma, sola frente a mis logros, mis defectos, mis virtudes, mis afectos, mis desafectos....
Cuando papá murió, así de golpe, sin avisar, me quedé  de abruptamente sola y sin mi “memoria”.
Desde pequeños nos contaba como era el mundo, las batallas, las guerras, las aventuras adultas e infantiles, los eventos históricos con fechas y nombres.....yo, como quien mira la tele, sin esfuerzo, dejándome llevar, lo oía sin memorizar, solo los ojos y la boca abiertos ante tan rica y detallada información.
De mayor yo le decía...papá cuando fue que…?....como se llamaba aquel presidente…?, cómo se llamaba antes ese país?...y él,  con todo detalle,  como si fuera una enciclopedia, lo soltaba todo con exactitud.
Es que hoy tenemos google, pero antes era papá.
Cuando murió mamá, ahí sí, definitivamente,  supe que estaba sola en el mundo.
Formé una familia hace tiempo.....un marido que se enorgullecía de esa familia que creamos, y yo, que era el faro, la roca que sostenía y dirigía esa familia,  y él, se dejaba hacer, se dejaba llevar, se dejaba querer.
Quizás soy pretenciosa, pero, al igual que en mi niñez me sentía reina de mi castillo, de adulta venerada en mi sexo y mi fuerza, respetada y considerada por mi cultura y conocimientos.
 Aunque no puedo decir que fuese una mujer satisfecha, me conformaba con la idea, de que solo podemos vivir una vida, no lo podemos tener todo, solo el afecto y la devoción incondicional de mi marido me compensaba la insatisfacción.
 Como cuando construía algo de niña, la sensación de que podía estar mejor, de que mi construcción estaba incompleta, hizo que en la vida nunca me sintiera pagada de mí misma por un logro, ese sentimiento me empujaba lejos de la vanidad hacia una búsqueda de la superación.
Cuando nacieron mis hijos, deseados y ansiados, les inculqué mi mismo afán de superación, el cual recibí de mi madre.
 Ellos, desde pequeños, especialmente Gabriela, crecieron curiosos buscando siempre, como si de un puzzle se tratara, encajar las piezas del rompecabezas de la vida y aún siguen.
Gabriela creció responsable y sensible, curiosa y creativa, respetuosa y considerada.
Guillermo creció como un gato que ronronea y le gusta que le rasques la barriga, fue el que tuvo mas cariño, por que le dediqué mas tiempo.
Creció también inteligente y competitivo y hasta ahora tengo que moderar su intransigencia para con los demás. Quizás se exigió mucho a si mismo, con el deporte y sus estudios y eso le creó una corteza dura que le envuelve el corazón, no es compasivo y le cuesta perdonar, no sabe como manifestar su cariño. Recuerdo que el día que les comunique a ambos, alrededor de la mesa, la muerte del abuelo Fabio, Gabriela rompió a llorar y Guillermo nerviosamente a reír.
 Son magníficos y diferentes, son hombre y mujer.
Ellos, el centro de mi vida y mi creación, también se fueron y no volvieron.
Yo los disfruto desde la discreta distancia, sus logros, sus progresos.
 Realizados en sus profesiones y en vía de estarlo con sus parejas.
Cada vez que toman compañero o compañera yo me alegro y encariño, unos se dejan querer otros no, no les culpo,  soy desmesurada en mis sentimientos y agobio, pero es que soy como esos perrillos que reclaman con saltos, el cariño de sus amos y no todo el mundo esta preparado ni lo entiende.
Aun soy aquel bebé que apartaba la cortina, los ojos cuajados de lágrimas y una risa en la boca, buscando el cariño de sus padres.
Según pasa el tiempo, ellos organizan sus vidas y crecen sus familias, a lo lejos......mientras la mía, la que construí, la que era una roca, se disuelve como arcilla en el agua.
Estoy muy agotada de tirar de las cinchas de este carro sin nadie que me abrace, nadie que me bese, nadie que me haga reír, nadie que me toque.
 Ahora que mi cuerpo me traiciona, mi mente desfallece, ahora que estiro la mano buscando un apoyo y no lo encuentro.
 Pero el cariño no se puede exigir, no se puede comprar en un gran almacén.
 Ahora surgen las dudas, la mentira de nuestra existencia, ahora nuestra creación,  se depaupera, mi piel se depaupera, mi sexo se depaupera, mi pelo pierde vigor y brillo y un gran agotamiento me arrasa.
Por las mañanas me auto motivo como un coach, estiro mi cuerpo fuera de la cama, intento ponerlo en forma, no decaer, el rouge en los labios, las uñas estridentes, la ropa joven, la música, los estudios, el trabajo, golpeo y golpeo contra una pared, busco motivos para seguir, busco llenar el vacío.....
No quiero desaparecer en la insignificancia, en el anonimato frente a los mios, no puedo hablar, tengo que amordazar este vacío existencial alimentado por el desamor y la ausencia de contacto físico. Mi hija cuando viene me abraza y me besa dulce en los labios, besos de piquito les llama, que son como un juego cómplice que viene de la infancia. Me gusta reír, reír a carcajadas, no seas ordinaria me dijo una vez una amiga, ¡Que sabrá! No se puede parar el chorro cuando una botella de champaig se descorcha, solo se puede recoger el dorado liquido en una copa y mi risa se la beben y disfrutan los que me entienden y saben que viene directa de mi alma.

Punta del este




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